miércoles, 8 de julio de 2009

siete de julio

En el año 1983 Chile vivía una dictadura atroz, hacía frío hasta en el verano, los días pasaban grises, la música clandestina se escuchaba e casettes y toa esa vaina que ya todo el mundo sabe.

Junto con la explosión hormonal de la adolescencia y en ese ámbito llegó a mi vida el primer casette de Michael Jackson, era un refrito que traía desde la canciones viejas con los jackson five hasta sus temas de solistas. Escuchar la voz del negrito me meneba las fibras emocionales de la juventud. En aquel tiempo no había san google y todo lo que podía saberse sobre cualquier cosa venía en medio escrito, en papel, en hojas de cuché o de roneo, revistas de editoriales anónimas, grandes posters, fichas, todas colgadas en los palos de pino oregón, cepillados por la grasa y el tiempo del kiosco del viejo cojo. Cada cerro tenía un cojo, tuerto o lisiado cualquiera que la municipalidad concesionaba con un Kiosco revistero, la mayor parte de ellos sapos por necesidad, igual repartían la Bicicleta pa callao, la revista clandesta que dejé de lado para comprarme los desplegables del negrito jackson, tan uniformado, pero no como milico, sino mas bien como señor corales, el negrito bailaba cantaba y me enseñó mis primeras palabras en inglés aprendidas con gusto, cancioneros iban cancioneros venían.

Junto con miguel bosé el negrito jakson iluminó mis dias, prendió mis fantasías, acompañó mis fiestas, fue parte de mi vida. La vida, el tiempo, la pederastia y la psicosis nos alejaron.
Ayer, siete de julio, cumplí 39, di mi examen de derecho civil y sepulte con michael jackson lo que de juventud me quedaba.

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